Seleccionar página

5 señales de que necesitas visitar al podólogo (y no lo sabías)

May 18, 2025 | Podología

Uñas encarnadas de los pies

Tus pies te acompañan a todos lados. Caminan contigo al trabajo, te sostienen cuando estás horas de pie y aguantan incluso cuando el cuerpo te pide descanso. Y sin embargo, casi nunca les prestamos la atención que merecen… hasta que algo empieza a doler.

Lo cierto es que muchos problemas que parecen “normales” —ese pinchazo en el talón, el cansancio exagerado, una uña que molesta— son señales de alerta. Señales que, si se detectan a tiempo, pueden evitar complicaciones y mejorar tu calidad de vida.

En Institut Mèdic DaVinci, trabajamos cada día con personas que llegan pensando que su dolor es “algo pasajero”… y se sorprenden al descubrir que con un buen tratamiento podológico, todo mejora. Por eso, te compartimos cinco señales claras de que quizá ya sea hora de consultar con un podólogo. Algunas te sonarán, otras tal vez no, pero todas merecen tu atención.

Un leve dolor en la planta del pie puede parecer algo sin importancia… hasta que empieza a ser parte de tu día a día. Muchas personas lo notan al levantarse de la cama, como si pisaran sobre piedras. Otras lo sienten al final del día, cuando por fin se sientan y se quitan los zapatos.

Uno de los culpables más frecuentes es la fascitis plantar, una inflamación que afecta al tejido que recorre la planta del pie. Y lo más común es que se deje pasar… hasta que duele de verdad. Lo bueno es que tiene tratamiento, y cuanto antes se empiece, mejor se responde.

Si sientes molestias al caminar o al apoyar el talón, lo mejor es no esperar a que se convierta en un problema crónico. En Institut Mèdic DaVinci, nuestros especialistas en podología en Sabadell pueden ayudarte a identificar el origen del dolor y proponerte un tratamiento personalizado.

2) Uñas encarnadas o con mal aspecto

¿Te ha pasado que una uña del pie se inflama, se enrojece o te molesta al calzarte? Las uñas encarnadas son mucho más comunes de lo que pensamos, y no, no son cosa de “cortarlas mejor” y listo. Cuando no se tratan adecuadamente, pueden derivar en infecciones molestas —y muy dolorosas— que incluso llegan a requerir cirugía.

Además, los cambios en el color, la forma o el grosor de las uñas pueden indicar problemas como hongos o alteraciones dermatológicas que también necesitan atención.

La buena noticia es que la mayoría de estos casos se resuelven con tratamientos sencillos, sin necesidad de intervenciones invasivas. Y un podólogo puede enseñarte cómo evitar que vuelva a pasar.

Si notas que alguna uña te da guerra, no lo dejes pasar. Un diagnóstico a tiempo marca la diferencia.

3) Callos, durezas o ampollas que siempre vuelven

Un callo o una ampolla ocasional no es el fin del mundo. A veces es culpa de un zapato nuevo o una caminata larga. Pero cuando aparecen constantemente, siempre en los mismos lugares, es señal de que algo en tu forma de caminar —o en tu calzado— no está funcionando.

Estas lesiones no son solo estéticas. Una duricia o “callo”, por ejemplo, es una respuesta del cuerpo a una presión o fricción excesiva. Es decir, tu pie se está defendiendo de un maltrato repetido. Y si no corregimos la causa, volverá a aparecer una y otra vez.

Lo mismo pasa con las ampollas: no son “cosas de verano”, son avisos. Puede que estés apoyando mal, que tu calzado no tenga la sujeción adecuada, o que haya una dismetría (una diferencia de altura entre las piernas) que esté cargando una zona más que otra.

Un estudio biomecánico, o incluso una sencilla evaluación podológica, puede revelar estos desajustes. A veces, con una plantilla bien diseñada o un cambio de calzado, el problema desaparece. Pero si solo eliminamos la dureza sin entender por qué está ahí, vamos a estar en un bucle sin fin.

4) Dolor al caminar, correr o estar de pie mucho tiempo

Moverse no debería doler. Y sin embargo, muchas personas aceptan ese dolor como parte de su rutina. Unas sienten punzadas en la planta del pie al caminar, otras notan una tensión molesta después de estar horas de pie, y algunas incluso sienten que “les arden” los pies tras hacer deporte.

Ese dolor puede tener múltiples causas: desde un mal apoyo, un calzado inadecuado, hasta una alteración en la pisada que sobrecarga ciertas articulaciones. Es muy común entre trabajadores que están muchas horas de pie, personas que hacen ejercicio regularmente, o incluso adultos mayores que han cambiado su forma de caminar sin darse cuenta.

Lo importante es no resignarse. A través de una evaluación podológica y, si es necesario, un estudio de la marcha, se puede detectar qué zonas están recibiendo más presión o tensión de la que deberían. En muchos casos, el uso de plantillas personalizadas cambia por completo la forma en que se distribuye el peso en el pie.

El alivio es real. Y no hace falta vivir con dolor cuando hay soluciones accesibles y efectivas.

5) Problemas de equilibrio o postura

Sentirse “inestable”, tener la sensación de que un pie pisa distinto al otro, o notar que la espalda duele sin causa aparente… puede tener su origen en los pies. Aunque no lo parezca, pequeños desequilibrios en la pisada pueden alterar toda la postura corporal.

Pensemos en los pies como los cimientos de una casa. Si esos cimientos están torcidos, las paredes se agrietan. En el cuerpo pasa algo parecido: una mala alineación al caminar o al estar de pie puede generar compensaciones en rodillas, caderas o espalda, que con el tiempo acaban en dolor o lesiones.

A menudo, estos problemas no se manifiestan de forma inmediata. Se acumulan. Una pequeña desviación o alteración biomecánica puede pasar desapercibida durante años, hasta que el cuerpo dice “basta”.

Con una evaluación postural o un análisis de la marcha, es posible detectar estos desequilibrios. Y lo mejor es que muchas veces se corrigen con cambios muy sencillos: ejercicios, calzado adecuado o plantillas diseñadas a medida. Prevenir, en este caso, no solo es mejor que curar. Es más barato, menos invasivo y mucho más efectivo.

Conclusión

Los pies son una parte del cuerpo que muchas veces damos por sentada. Están ahí, nos llevan de un lugar a otro, soportan nuestro peso… y sin embargo, no les damos la atención que merecen. Hasta que un día, algo molesta. O duele. O deja de funcionar como antes.

Este artículo no busca alarmarte, sino invitarte a observarte. A prestar atención a esos pequeños síntomas que a veces pasamos por alto, pero que pueden ser el inicio de un problema mayor.

Visitar al podólogo no debería ser la última opción cuando ya no aguantas el dolor. Puede (y debe) ser parte de tu cuidado regular. Porque cuanto antes se actúe, más sencilla y rápida será la solución.

Tus pies te sostienen toda la vida. No estaría mal devolverles el favor, ¿no?

¿Y ahora qué?

Si al leer este artículo has pensado “esto me pasa a mí”, probablemente sea el momento de consultar con un profesional. Ese dolor que llevas tiempo ignorando, esa uña que siempre se inflama o esas molestias que aparecen sin razón… son señales que no conviene dejar pasar.

Una revisión podológica puede darte respuestas claras y soluciones personalizadas, sin necesidad de esperar a que el problema vaya a más.

Pide tu cita con un especialista en podología y empieza a caminar con la tranquilidad de saber que estás cuidando de tu salud desde la base: tus pies.

Porque cuidar de ellos no es un capricho. Es salud y bienestar.

1
Escanea el código
Teléfono Pide cita